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Pequeño gran musical
Tienes que pensar en grande, volar en vez de caminar y serás todo aquello que has soñado. Esta cita, que bien podría ser de Donald Trump, pero que el musical de Andrew Lippa i Tom Greenwald John & Jen atribuye a George Washington, parece haber guiado a la joven compañía La Jota en su primera incursión en el deslucido mundo del teatro musical en catalán. Desde el rigor y la imaginación han hecho posible que este musical de pequeño formato sea grande en su resultado y en su alcance. Grandes ideas, grandes voces, grandes músicos, gran entrega, la de sus protagonistas, gran versión, la de su director, David Pintó, que encaja de maravilla.
Estrenado en Broadway en 1995, John & Jen narra, a través de una veintena de canciones y sin apenas diálogos, la relación de Jen con su hermano pequeño John primero y con su hijo, llamado también John en memoria de aquél, después. Desde la infancia de la joven Jen y de su hermano, hasta pasada la adolescencia del otro John, su hijo, los temas nos describen la evolución de los tres personajescon el paso de los años, los que median entre 1952 y hasta 1991. Años de cambios, de liberación, de confusión y de guerra, la de Vietnam. Relaciones fraternales. Relaciones maternofiliales. Relaciones, en definitiva, reconocibles plasmadas en estupendas canciones cargadas de ternura, ritmo y humor. ¿Qué más se puede pedir a un musical americano? Pues que su puesta en escena esté a la altura. Con cuatro recursos escénicos de lo más simple basados en una iluminación eficaz y precisa y algún elemento de utillería, Laia Piró (Jen) y Jordi Vidal i Gómez (los dos John) nos trasladan al corazón de esa América de la que hemos visto tantas películas y con la que nos hemos enjugado tantas lágrimas. John & Jen, sin caer en el melodrama, sabe tocar también la fibra sensible gracias, en gran medida, a la interpretación de sus protagonistas.
La música en directo (piano, violoncelo y percusión) envuelve este delicioso musical que forma parte de la programación de la Torna del Grec.
Entran ganas de robarlo entero e instalarlo en el salón de casa.
Begoña Barrena
El Pais 23/07/2006
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