La
torrencial lluvia del sábado en Barcelona no apagó el entusiasmo con
que el público se acercó al Mercat de les Flors a ver De los afectos,
último trabajo de Lanònima Imperial, que esta vez colabora con la Cía
de Danza Fernando Hurtado. Lo que no pudo hacer la lluvia lo pudo la
vulgar e incoherente coreografía de Juan Carlos García y Francisco
Hurtado, éste ex bailarín de Lanònima... y director de un grupo de
danza en Nierja. En corto: a estas alturas, un grupo de solera como la
compañía de García no puede permitirse esos errores.
De los
afectos reflexiona e ironiza sobre la pérdida de los valores románticos
en pos de la frialdad posmoderna. Esa idea no cuaja en escena; pues los
bailarines se mueven en un desbarajuste constante. A García se le ha
ido de las manos ese estilo de baile seductor y morboso de sus últimos
montajes. Aquí, la danza es banal, atolondrada y roza la vulgaridad,
evidenciando que nace de la improvisación constante de cada intérprete.
La buscada puesta en escena kitsch no es lo suficientemente
esperpéntica ni tiene la fuerza para mostrar el cursi legado romántico.
Y
es que el vacío de conceptos impera. Por eso, la secuencia en la que
los bailarines juegan con una bola de luz que acaba en la bragueta de
uno deja de ser divertido para ser de mal gusto. Podría ser que los
coreógrafos quisieran mostrar eso, un naufragio de baile e ideas, pero
aun así se necesita clarividencia creadora. La música tampoco ayuda: es
un desacertado collage en que Schuman y Schubert se mezclan con música
electrónica.
Francamente, tras el éxito de García en Variacions Al·leluia, se esperaba otro montaje.