Dos
años después de su Noises Off (1982), Michael Frayn (Londres, 1933)
escribió Benefactors,comedia envenenada, con serias implicaciones
sociales, a muchísima distancia de aquella trepidante y evanescente
juerga teatral. Su estreno catalán, dentro del Grec´08, tenía que estar
a la altura de un texto poliédrico, en su día notablemente ambicioso.
Para un asunto importante, pues, se organizó un equipo profesional de
gran potencia: la compañía Q-ARS Teatre fundada y gobernada por las
actrices Mercè Anglès y Anna Güell; dos actores añadidos, tan solventes
como Josep Julien y Albert Ribalta; Manel Dueso como director; Deborah
Chambers y Miriam Compte, diseñadoras de la escenografía y del
vestuario respectivamente, y una traducción catalana con la autoridad
que tienen las de Joan Sellent.
Por debajo de su barniz
inofensivo, Benefactors encierra una carga crítica y corrosiva que se
manifiesta con lentitud, desde sus alborozados inicios hasta un final
en claroscuro. El asunto va de arquitectura, de planes urbanísticos, de
explotación inmobiliaria y de los conflictos que se crean entre los
intereses privados y los usos públicos.
En este cara o cruz del
mundo del ladrillo y el asfalto, se abren fácilmente metáforas
plausibles en torno a la vida de pareja. David (Josep Julien) es un
arquitecto encargado de remodelar un barrio del sur de Londres. La zona
es complicada por mor de una autopista y un ferrocarril que la limitan
y por las múltiples administraciones y servicios que en ella confluyen.
Jane (Anglès), la mujer de David, contempla las preocupaciones del
marido con un alegre distanciamiento desde su autonomía profesional.
Sheila (Güell) y Collin (Ribalta) son una pareja vecina y amiga. El
equilibrio se rompe cuando Sheila se convierte en la secretaria del
arquitecto y Collin en un okupa lanzado a una campaña contraria a los
objetivos de David.
Frayn hizo que los intérpretes se dirigieran
al público cada dos por tres, explicando las razones de sus conductas.
Ese juego alternativo de actuar y romper la cuarta pared es lo más
atractivo de la dirección convincente de Dueso, sólo demasiado
permisivo ante la alegría absurda que el personaje de Jane exhibe al
inicio de la comedia. La interpretación es muy correcta, tanto la
contenida y sagaz de Ribalta y Güell, como la energética y expansiva de
Julien, brillante.
La única dificultad de la comedia es su
ancianidad inexorable. Veinticuatro años no son nada para otros asuntos
más triviales. Pero el tema del espacio público y el negocio
inmobiliario ha sido manoseado a fondo por la actualidad. Frayn
escribió Benefactors bajo las ardientes polémicas que suscitaba la
creación del Gran Londres,el equivalente a nuestra área metropolitana.
Y llegó el 92 olímpico con la gran movida urbanística y el Fòrum con la
edificación de Diagonal-Mar. De modo que los problemas del airado David
son una música muy oída, incapaz de impedir que un aire de cansada
indiferencia planee sobre la pieza. Inevitable.
Joan-Anton Benach La Vanguardia 18/07/2008
Comedias inmobiliarias
La
relación del teatro con la realidad no siempre es tan perceptible como
en dos de las obras que se presentan estos días, en la sala Beckett (N
& N)y en la sala Muntaner (Benefactors),y que tocan un tema tan
candente como el problema de la vivienda en el mundo occidental.
Tanto
N & N,una obra de Marc Rosich dirigida por Antonio Calvo, como
Benefactors,del británico Michael Frayn, que ha dirigido Manuel Dueso,
eligen el tono de la comedia para abordar un tema que en la obra de
Rosich es más próxima y actual, y que en la de Frayn, de 1984, parte de
un plantemaiento más genérico, desde el urbanismo, esa ciencia de la
que tanto se habla y que tan poco se ha practicado en nuestro país,
pero en ambas está presente el meollo de la cuestión: la especulación
inmobiliaria.
Claro que ambas comedias tocan el tema a través de
unos personajes desde los que se trazan líneas dramáticas paralelas, y
lo hacen con un humor de trazo grueso en la de Rosich y más ácido en la
de Frayn. En Núria&Nacho Rosich nos explica la mala experiencia de
una pareja en la treintena que, al fin, han comprado un piso para
convivir. Un piso barato y con bicho (argot con el que las
inmobiliarias denominan a un inquilino de avanzada edad al que no hay
manera de desahuciar) aunque bien escondido. La pareja, acompañada de
tres amigas de Núria, visitan el piso. Descubren el nuevo hogar. Bajo
el paraguas de la especulación inmobiliaria, Rosich desarrolla una
mirada poco amable sobre la generación de entre 30 y 35 años a través
de estereotipos comunes que van desde la pija a la ex drogadicta
atontada pasando, claro está, por la ilusionada joven que ha comprado
el piso. La comedia da un giro sorpresa en la parte final con la
aparición del bicho y adquiere un tono algo gore muy bien sustentado
por Quimet Pla. Una tercera línea dramática es la reivindicación de los
espacios teatrales con unos insectos que no por veraces y actuales
resultan, todo sea dicho, muy adecuados para el desarrollo de una
comedia de situación entretenida a la que le sobran sus buenos quince
minutos.
Benefactors es una obra probada y laureada de una autor
que entre nosotros es conocido por Pel devant y pel darrera (Noises
Off),pero que tiene otro tipo de comedias de mayor compromiso como
Benefactors.
La obra plantea la inquietud que siente un
arquitecto de primera línea, David, para decidir si remodela un viejo
barrio del Londres victoriano o lo derriba para crear un nuevo modelo
de habitalibilidad que, inevitablemente, estará sometido a los
caprichos de su diseño. A David le acompaña en este trance su
hiperocupada mujer y una pareja de vecinos con los que surgirá un
conflicto. El tema de la arquitectura y la construcción se plantea no
sólo como temática sociopolítica, sino como trasfondo de las relaciones
de pareja estableciendo un paralelismo entre el construir/ destruir
edificios y personas. Pese a los 24 años desde su escritura, la obra no
ha sufrido el paso del tiempo.
Benefactors es un proyecto de la
compañía Q Arts que lideran Mercè Anglès y Anna Güell, actrices que
comparten el escenario de la Muntaner con Josep Julien y Albert
Ribalta.
Santiago Fondevila La Vanguardia 13/07/2008
Bon joc però amb un final massa rodó
Manuel
Dueso ha tornat àgil a la direcció. La comèdia que presenta, sota el
paraigua de la companyia Q-Ars Teatre i dins del Festival Grec, és
dinàmica. No hi ha, pràcticament, repòs. Les escenes se succeeixen, les
unes i les altres, a tal velocitat que, mentre se sopa ja es pot estar
preparant el dinar de la situació següent. La peça, aparentment
inofensiva (parella d'èxit professional i familiar s'entesta a ajudar
parella semifracassada i sense més esma que la de ser ajudada i
voler-se emmirallar en els seus amics), té molt mala bava. La situació
no s'aparta mai de l'amabilitat escènica i, així, no es permet que
supuri tota la bilis que té enquistat el text. Per una altra banda, hi
ha una necessitat a tancar el cercle. Indispensable, en part, ja que es
parteix d'un salt enrere, però el deixa tan tancat que impossibilita
cap altre final a l'espectador. No es dóna espai al públic a trobar
altres finals ni més identificació.
Eufemismes. L'autor Michel
Frayn denuncia la perversió de la llengua per dissimular allò que no
llueix en una ciutat: es diu zona deprimida als barris insalubres.
Dueso fa bé de no voler potinejar la localització canviant Basuto Road
pel Poblenou de Barcelona. En té prou de canviar-ho de dates perquè
l'espectador relacioni l'anècdota de Londres amb les especulacions
abusives a Barcelona, a cop d'esdeveniment (Jocs Olímpics, Fòrum,
Estació del TAV a la Sagrera, 22@...). És intel·ligent perquè
l'adaptació hagués sonat massa provinciana: l'obra no denuncia el joc
polític, sinó que furga en l'actitud de cada ciutadà. Potser el que
falta és que creixi la incomoditat dels espectadors, que apadrinen nens
al Tercer Món o financen amb aportacions mensuals algunes ONG per
tranquil·litzar la seva consciència. Al final, l'únic que surt malparat
és l'arquitecte, que s'empassa tots els principis haguts i per haver
(hi ha qui en dirà tenir mà esquerra) només per continuar projectant
edificis (siguin cases adossades, edificis que potencien la relació amb
el veïnat o el més escandalós dels gratacels). El treball és amable i
convida que els programadors d'arreu el situïn en les seves
cartelleres. La pega és que la punxada a la consciència és una carícia
que al final queda amortida gràcies a la sàvia comèdia.